La novillada que abrió el ciclo continuado de Madrid tuvo cosas de interés. Fundamentalmente, dos novillos de mucha importancia, sorteados en tercero y quinto lugar. Es curioso lo de los nombres, pero a uno lo bautizaron como Mira Bajo y al otro como Joya. Y no desmerecieron para nada a las vacas que los parieron.
Debutaba en Madrid la ganadería de Pedraza de Yeltes, una vacada formada con reses de El Pilar, puro Raboso, y no dejó bajo el panorama. Cierto es que todos salieron corretones y abantos de salida, pero no deja de ser cierto que se emplearon en el caballo, donde hubo mucha fijeza, y que llegaron a más y mejor en la muleta.
Esos dos novillos tuvieron la virtud de venirse de largo, repetir por bajo y transmitir mucho. Se abrieron y quisieron tomar los engaños. Lo habían hecho también los dos primeros, pero la falta de raza en el noble que abrió plaza y de fuerza en el manejable segundo no llegaron tanto arriba.
Ese tercero fue importante. Porque se vino y se fue, porque repitió pero dejó estar, porque puso emoción a la faena. Con ese Mira Bajo se presentó en Madrid Juan del Álamo. Había ganas por verlo y el salmantino quiso y dejó patente su actitud, sobre todo con el sexto, un ejemplar con mucho poder, que derribó al caballo en el primer encuentro, llegó rebrincado a la muleta pero acometió con todo, con velocidad, emoción y marcando, aunque también humillado. No era fácil, y con ese ejemplar, Del Álamo dio la cara en una faena planteada en los medios en la que, pese a los altibajos, dejó ver sus ganas y su querer.
Menos se vio en el tercero, con ese novillo tan importante ante el que Del Álamo comenzó muy atacado. El esfuerzo por echarlo siempre fuera hizo que las series, ligadas, no terminasen de prender. Se reconocieron sus ganas, pero cuando de verdad se caldeó la cosa fue cuando se reunió más, con la mano izquierda y, sobre todo, en una serie final en redondo. El novillo siguió embistiendo y Juan demostró que su concepto es bueno, que puede torear despacio y bien de verdad. No fue tan reunida la cosa como hace un mes en Valencia, pero la prueba era mucho más difícil. Y si no llega a ser por el descabello incluso habría tocado pelo. Pero a punto estuvo de cambiarlo por un toro al corral.
La prueba del sexto fue para desbordar a cualquiera, porque el novillo embestía con mucho ímpetu, con mucha emoción y con una embestida nada fácil. La faena fue larga. Del Álamo se empeñó en meterlo en la canasta y lo consiguió. No siempre con limpieza, porque el de Pedraza embestía con fuerza y pegaba un tornillazo, pero superó la papeleta. Una estocada, un aviso, un novillo tragándose la muerte. Y otra ovación.
También debutaba en Madrid Adrián de Torres. El jienense tuvo ganas, participó en quites siempre, pero su falta de rodaje y los nervios le pasaron una mala pasada. Empeñado en meterse por dentro siempre a su lote, más de una vez le sorprendieron y cobró volteretas. El segundo fue un novillo que dejó estar porque no tuvo fuerza y el quinto otro novillo importante, con transmisión y posibilidades. El chaval pasó un mal rato con los dos, porque pese a sus ganas y a intentarlo, nunca los vio pasar hacia adelante y, para colmo, la espada falló en ambos. Dos avisos por barba, que a punto estuvieron de ser tres.
José Manuel Mas se despedía de novillero. Su primero fue un ejemplar fácil, noble, con la chispa justa. Mas tardó en cogerle el aire y, cuando lo hizo, dejó los mejores muletazos en una serie al natural. Pero fue demasiado poco, como la ambición, que quedó patente que anda justa. El cuarto fue más revoltoso de inicio y el viento tampoco lo puso fácil. El madrileño tiró de técnica para tapar algunos arreones, pero su labor nunca llegó arriba.